Educación para la Convivencia en Paz

                             Qué es educar para la paz

Es una elección de forma de vida que se vive conscientemente y se transmite en la familia y en todos los ámbitos de convivencia comunitaria y/o profesional. Tiene que ver con valores, conceptos como derechos y responsabilidades equilibrados, el bien común, y la construcción de conductas pacíficas desde la infancia.

Aprender a resolver los conflictos de la vida, en forma positiva y pacífica desde la infancia, es un camino seguro para la formación de líderes que sabrán tomar, en el futuro, decisiones correctas y en bien de todos.

Contamos con herramientas extraordinarias: el amor, la palabra, el abrazo, el diálogo, la paciencia, la moderación, el respeto, el orden, los acuerdos, las normas, el perdón y la reconciliación, los valores y las virtudes, que nos hacen mejores personas, mejores ciudadanos y constructores de Paz.

El cambio sustancial en la pacificación de la sociedad, vendrá de la educación para la verdad, el diálogo, el consenso, el respeto, la moral (lo que debo hacer), la ética (lo que elijo hacer), la coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos, el equilibrio entre derechos y responsabilidades, el trabajo en equipo, la conciencia del bien y del daño que hacemos, incluso sin querer, entre otros aprendizajes, desde la infancia y hasta la última edad.

El hogar, la escuela y la sociedad, son un todo perfecto, una línea de vida permanente, continua, que se comunica, extiende y se relaciona recíprocamente y es fundamental en este proceso educativo.

María Marta Hall




                 Campaña: "Educar para la Convivencia" 
                          Reglas Básicas de Convivencia

A la luz de la lectura de cualquier periódico, de la observación de cualquier noticiero, de radio o televisión, de las temáticas predominantes en la producción cinematográfica y en todas las manifestaciones artísticas, resulta evidente que la gran sociedad mundial no logra resolver el tema de la convivencia.

Desde sus pictogramas, colores y enunciados breves y directos, las "Reglas Básicas de Convivencia" pueden tomar la voz diversa de todos quienes quieran analizar estas normas universales.

Cuando de convivencia se trata, no hay espacios públicos o privados, fronteras geográficas, idiomas, tradiciones, que queden fuera de su percepción.

Tal vez, estas sencillas herramientas permitan aclarar el pensamiento y promover una reflexión tan simple como profunda.

Es tiempo de derechos y responsabilidades, de pensar en uno y en todos.

Tiempo de educarnos para la Paz.

María Marta Hall


¿Por qué Reglas y no Leyes de Convivencia?



Reza un dicho popular “Hecha la ley hecha la trampa”.

A propósito de estos dos conceptos tan arraigados en la cultura, es preciso delimitarlos para saber sobre qué estamos hablando cuando nos referimos a leyes y sobre que cuando nos referimos a reglas. Y para ello una de las formas es a través de un cuadro que los diferencie.

Sobre las leyes:

Son históricas, ordenan el deseo, implican transgresión, son conservadoras, son impuestas, se vinculan con la Moral que enseña cómo y por qué hacer lo correcto.

Sobre las reglas:

Son arbitrarias y convencionales, ordenan las relaciones, implican seguimiento, se aplican cuando son conocidas, “aprendidas”, son transformadoras, construidas, se vinculan con le Ética, que nos enseña como y para qué hacer el bien y como actuar de un modo eficaz.

En síntesis:

Las reglas no sólo se aprenden sino que se “aprehenden”,  son  una convención a “construir entre todos”  y   permiten la transformación de las personas dentro de la sociedad en la que estén inmersas, ya  se trate de la familia, la escuela o cualquiera de los espacios de convivencia humana.

Mónica Bruder
Dra. en Psicología


CONVIVENCIA:
DE LAS REGLAS A LA CONSTRUCCIÓN DE LOS HÁBITOS


Encendió – Apague

Abrió – Cierre

Desordenó – Ordene

Rompió – Arregle

Así comienza el primer afiche.

Palabras claras, ideas concretas, conductas acertadas.

De alguna manera la convivencia humana se expresa en estos términos directos que, con sencillos pictogramas, resume el Afiche de las Reglas Básicas de Convivencia.

¿Es posible ir más allá?

Podemos preguntarnos, grandes y chicos:

¿Si yo no cierro la canilla, o no apago la luz, o dejo basura tirada, etc, etc, que sucede?

Sucede que otra persona deberá hacerlo en mi lugar (primer perjudicado) y quien está pagando con su esfuerzo y dinero lo que yo desprecio se verá damnificado (segundo perjuicio) y los bienes que yo malgasto (puede ser la luz, el agua…) le faltarán a otros por mi negligencia, (tercer daño cumplido). Y la lista puede seguir.

Estaremos entorpeciendo la eficaz cadena de responsabilidades cotidianas, que, sumadas en gran escala, conforman la vida diaria de una comunidad.

Si entorpecemos el trabajo de quienes ordenan nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo, los espacios públicos y privados, destrozamos jardines, medios de transporte, casas particulares y edificios públicos con aerosol, dañando sistemáticamente el esfuerzo creativo y económico de los demás, fallamos en la primera y fundamental norma que hace posible la convivencia: el respeto.

Desandar el camino de las palabras, sus verdaderos y profundos significados, tal vez sea también un camino para la reflexión primero y para la construcción de conductas de vida en común.

¿Existen otras opciones válidas para hacer lo que quiero y no perjudicar a nadie?

¿Existe otra alternativa a la de limpiar lo que se ha ensuciado?

¿Qué pasa con las enfermedades que devienen por la falta de orden y limpieza?

¿Existe otra opción a la aceptación de la responsabilidad no cumplida, a pedir disculpas cuando se ha hecho algún daño, aunque fuese involuntario?

¿Se puede ser parte inteligente de una solución cuando no sé de qué se trata?

¿Cortesía, amabilidad, respeto, gratitud, no son parte fundamental de la autoridad?

¿Qué significa ser responsable de las palabras, las promesas, las responsabilidades asumidas?




Como palabra, convivencia desde su etimología reúne dos voces positivas: “con”, preposición que refiere a la presencia de dos o más individuos que se relacionan, por lo tanto su sentido es “con los otros”, y “vivencia”, del latín “vivere”, que contiene nada menos que la “vida”. Vivir con los otros.
Como muchas otras, convivencia es mucho más que una bellísima palabra; ella puede contener toda una filosofía de vida, una experiencia de vida en evolución.

Cuando asociamos la palabra paz a la palabra convivencia, posiblemente estamos en el camino de un destino superior, en el que cada acción, desde la infancia, va sumándose a otras que, a lo largo de los años se transformarán en conductas positivas y pacíficas vividas con conciencia plena de nuestra condición humana.

Nacemos dentro de otro ser y somos materia de convivencia hasta el último día. Por eso la convivencia en paz adquiere el sentido profundo de la armonía de ese conjunto que se extiende y relaciona desde el inicio de los tiempos y seguirá cumpliendo su designio del bien común, del bien de todos.




 Construir la Paz en nuestro ADN



Nuestra concepción y comprensión del mundo es violenta, o trágica, “el valle de lágrimas”, “la vida es cruel y es mucha”, “el que a hierro mata a hierro muere”, etc.

Nuestras comunicación verbal suele ser violenta, no importa el tema en cuestión, apuntamos, armamos, con-vencemos, apuntamos y disparamos palabras agresivas, orales y escritas.

Nuestra historia y la del mundo han dado a luz consignas definitivas como “Nunca más” o “Ni una menos”, con poco o ningún éxito.

Simultáneamente, nuestras civilizaciones han producido líderes positivos y pacíficos, no sólo en ámbitos religiosos y espirituales, sino en todas las manifestaciones culturales que se fueron construyendo a lo largo de los siglos.

También es un hecho que nuestro planeta aún existe, gracias a los miles de millones de personas que cada día se levantan y hacen el bien en su hogar, en su trabajo, en su recreación. Que elijen el buen trato, la escucha atenta, la comunicación amable, la conducta cortés, el respeto, la compasión. Que sostienen la esperanza con solidaridad.

¿Donde está la violencia? ¿Estará en nuestros genes?
Seguramente, algún día lo sabremos.

Mientras tanto, podemos trabajar para ser más los que tomemos conciencia de la Paz como un derecho y una responsabilidad, que la transmitamos, que nos eduquemos para convivir bien y expandirla globalmente, de uno en uno, de padres a hijos, de hijos a nietos, hasta que ese o esos genes se vayan pacificando, y logremos esculpir un  nuevo ser humano, más resiliente, más fuerte para atravesar los conflictos inherentes a nuestra condición y evolucionar fortalecidos en el ejercicio equilibrado de nuestros derechos y responsabilidades.

Poseemos infinidad de valores y herramientas positivas para lograrlo: la palabra, la escucha, el diálogo, el perdón, la reconciliación, la compasión, en definitiva todas las formas del amor que nos hacen elegir la Vida y cuidarla.

Es una posibilidad para tener en cuenta: construir la Paz en nuestro ADN humano.

Tendremos como siempre dolencias, debilidades, conflictos, adversidades, pero en lugar de “combatirlos” aprenderemos a aliviarlos, diluirlos, tal vez resolverlos, a través del Bien y la Paz.

Pensamos que es posible.
Comencemos otra vez. Primero por mí, luego por los otros, finalmente por todos, conviviendo en Paz, únicos y diversos.

No será un mundo perfecto, será un mundo mejor para todos, especialmente para los que vendrán.

María Marta Hall
Directora
De la Convivencia a la Paz

www.facebook.com/DeLaConvivenciaALaPaz
www.delaconvivenciaalapaz.blogspot.com.ar/








No hay comentarios:

Publicar un comentario