Campaña: "Educar para la Convivencia"
Reglas Básicas de Convivencia
A la luz de la lectura de cualquier periódico, de la observación
de cualquier noticiero, de radio o televisión, de las temáticas predominantes
en la producción cinematográfica y en todas las manifestaciones artísticas,
resulta evidente que la gran sociedad mundial no logra resolver el tema de la
convivencia.
Desde sus pictogramas, colores y enunciados breves y directos, las "Reglas Básicas de Convivencia" pueden tomar la voz diversa de todos quienes
quieran analizar estas normas universales.
Cuando de convivencia se trata, no hay espacios públicos o
privados, fronteras geográficas, idiomas, tradiciones, que queden fuera de su
percepción.
Tal vez, estas sencillas herramientas permitan aclarar el
pensamiento y promover una reflexión tan simple como profunda.
Es tiempo de derechos y responsabilidades, de pensar en uno y en
todos.
Tiempo de educarnos para la Paz.
María Marta Hall
¿Por qué Reglas y no Leyes de Convivencia?
Reza un dicho popular “Hecha la
ley hecha la trampa”.
A propósito de estos dos
conceptos tan arraigados en la cultura, es preciso delimitarlos para saber
sobre qué estamos hablando cuando nos referimos a leyes y sobre que cuando nos
referimos a reglas. Y para ello una de las formas es a través de un cuadro que
los diferencie.
Sobre las leyes:
Son históricas, ordenan el deseo,
implican transgresión, son conservadoras, son impuestas, se vinculan con la Moral que enseña cómo y por
qué hacer lo correcto.
Sobre las reglas:
Son arbitrarias y convencionales,
ordenan las relaciones, implican seguimiento, se aplican cuando son conocidas,
“aprendidas”, son transformadoras, construidas, se vinculan con le Ética, que
nos enseña como y para qué hacer el bien y como actuar de un modo eficaz.
En síntesis:
Las reglas no sólo se aprenden
sino que se “aprehenden”, son una convención a “construir entre todos” y
permiten la transformación de las personas dentro de la sociedad en la
que estén inmersas, ya se trate de la
familia, la escuela o cualquiera de los espacios de convivencia humana.
Mónica Bruder
Dra. en Psicología
CONVIVENCIA:
DE LAS REGLAS A LA CONSTRUCCIÓN DE
LOS HÁBITOS
Encendió – Apague
Abrió – Cierre
Desordenó – Ordene
Rompió – Arregle
Así comienza el primer afiche.
Palabras claras, ideas concretas, conductas acertadas.
De alguna manera la convivencia humana se expresa en estos
términos directos que, con sencillos pictogramas, resume el Afiche de las
Reglas Básicas de Convivencia.
¿Es posible ir más allá?
Podemos preguntarnos, grandes y chicos:
¿Si yo no cierro la canilla, o no apago la luz, o dejo basura
tirada, etc, etc, que sucede?
Sucede que otra persona deberá hacerlo en mi lugar (primer
perjudicado) y quien está pagando con su esfuerzo y dinero lo que yo desprecio
se verá damnificado (segundo perjuicio) y los bienes que yo malgasto (puede ser
la luz, el agua…) le faltarán a otros por mi negligencia, (tercer daño
cumplido). Y la lista puede seguir.
Estaremos entorpeciendo la eficaz cadena de responsabilidades
cotidianas, que, sumadas en gran escala, conforman la vida diaria de una
comunidad.
Si entorpecemos el trabajo de quienes ordenan nuestros hogares,
nuestros lugares de trabajo, los espacios públicos y privados, destrozamos
jardines, medios de transporte, casas particulares y edificios públicos con
aerosol, dañando sistemáticamente el esfuerzo creativo y económico de los
demás, fallamos en la primera y fundamental norma que hace posible la
convivencia: el respeto.
Desandar el camino de las palabras, sus verdaderos y profundos
significados, tal vez sea también un camino para la reflexión primero y para la
construcción de conductas de vida en común.
¿Existen otras opciones válidas para hacer lo que quiero y no
perjudicar a nadie?
¿Existe otra alternativa a la de limpiar lo que se ha ensuciado?
¿Qué pasa con las enfermedades que devienen por la falta de orden
y limpieza?
¿Existe otra opción a la aceptación de la responsabilidad no
cumplida, a pedir disculpas cuando se ha hecho algún daño, aunque fuese
involuntario?
¿Se puede ser parte inteligente de una solución cuando no sé de
qué se trata?
¿Cortesía, amabilidad, respeto, gratitud, no son parte fundamental
de la autoridad?
¿Qué significa ser responsable de las palabras, las promesas, las
responsabilidades asumidas?
Como palabra, convivencia desde su etimología reúne dos voces
positivas: “con”, preposición que refiere a la presencia de dos o más
individuos que se relacionan, por lo tanto su sentido es “con los otros”, y
“vivencia”, del latín “vivere”, que contiene nada menos que la “vida”. Vivir
con los otros.
Como muchas otras,
convivencia es mucho más que una bellísima palabra; ella puede contener toda
una filosofía de vida, una experiencia de vida en evolución.
Cuando asociamos la
palabra paz a la palabra convivencia, posiblemente estamos en el camino de un
destino superior, en el que cada acción, desde la infancia, va sumándose a otras
que, a lo largo de los años se transformarán en conductas positivas y pacíficas
vividas con conciencia plena de nuestra condición humana.
Nacemos dentro de
otro ser y somos materia de convivencia hasta el último día. Por eso la
convivencia en paz adquiere el sentido profundo de la armonía de ese conjunto
que se extiende y relaciona desde el inicio de los tiempos y seguirá cumpliendo
su designio del bien común, del bien de todos.
Construir la
Paz en nuestro ADN
Nuestra concepción
y comprensión del mundo es violenta, o trágica, “el valle de lágrimas”, “la
vida es cruel y es mucha”, “el que a hierro mata a hierro muere”, etc.
Nuestras comunicación
verbal suele ser violenta, no importa el tema en cuestión, apuntamos, armamos,
con-vencemos, apuntamos y disparamos palabras agresivas, orales y escritas.
Nuestra historia y
la del mundo han dado a luz consignas definitivas como “Nunca más” o “Ni una
menos”, con poco o ningún éxito.
Simultáneamente,
nuestras civilizaciones han producido líderes positivos y pacíficos, no sólo en
ámbitos religiosos y espirituales, sino en todas las manifestaciones culturales
que se fueron construyendo a lo largo de los siglos.
También es un hecho
que nuestro planeta aún existe, gracias a los miles de millones de personas que
cada día se levantan y hacen el bien en su hogar, en su trabajo, en su
recreación. Que elijen el buen trato, la escucha atenta, la comunicación
amable, la conducta cortés, el respeto, la compasión. Que sostienen la
esperanza con solidaridad.
¿Donde está la
violencia? ¿Estará en nuestros genes?
Seguramente, algún
día lo sabremos.
Mientras tanto, podemos
trabajar para ser más los que tomemos conciencia de la Paz como un derecho y
una responsabilidad, que la transmitamos, que nos eduquemos para convivir bien
y expandirla globalmente, de uno en uno, de padres a hijos, de hijos a nietos,
hasta que ese o esos genes se vayan pacificando, y logremos esculpir un nuevo ser humano, más resiliente, más fuerte
para atravesar los conflictos inherentes a nuestra condición y evolucionar
fortalecidos en el ejercicio equilibrado de nuestros derechos y
responsabilidades.
Poseemos infinidad
de valores y herramientas positivas para lograrlo: la palabra, la escucha, el
diálogo, el perdón, la reconciliación, la compasión, en definitiva todas las
formas del amor que nos hacen elegir la Vida y cuidarla.
Es una posibilidad
para tener en cuenta: construir la Paz en nuestro ADN humano.
Tendremos como
siempre dolencias, debilidades, conflictos, adversidades, pero en lugar de
“combatirlos” aprenderemos a aliviarlos, diluirlos, tal vez resolverlos, a
través del Bien y la Paz.
Pensamos que es posible.
Comencemos otra
vez. Primero por mí, luego por los otros, finalmente por todos, conviviendo en
Paz, únicos y diversos.
No será un mundo
perfecto, será un mundo mejor para todos, especialmente para los que vendrán.
María Marta Hall
Directora
De la Convivencia a
la Paz
www.facebook.com/DeLaConvivenciaALaPaz
www.delaconvivenciaalapaz.blogspot.com.ar/
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