“Las ideas no mueren, dormitan a veces, pero al despertarse son aún
más fuertes de lo que eran antes de su sueño. No ha muerto la Bandera de la
Paz. Se ha ocultado, mientras se cometan atrocidades en la guerra. Pero llegará
la hora, en que de nuevo se dirigirán conscientemente a la custodia de los
valores culturales, a esta base verdadera del mundo. Y no solamente ondea la
Bandera de la Paz sobre unos valores culturales. Ella ondea sobre el corazón
humano, sobre aquel gran tesoro, donde esta creado el futuro renovado. El
corazón humano ansía la paz, y, puede ser, que este mundo ya se acerca.
Estudien la literatura sobre la
Bandera de la Paz, sobre el tratado de la defensa de los tesoros culturales. No
es breve esta literatura - más de trescientos libros, folletos y artículos en
diferentes lenguas. Y cuántas menciones en otros libros, en ensayos y en
conferencias. Cuántos pensamientos generosos, inolvidables son expresados en
estas llamadas y afirmaciones. Miro la foto de nuestras conferencias en Brujas
y Washington, y veo que tales reuniones no pasaron sin dejar huella. La
"Oriflamma" se ha extendido por todo el mundo. En las bibliotecas
están guardadas las semillas de aquellos acontecimientos. Esta noticia será pronto
necesaria. Los pueblos se acordarán de los trabajos anteriores y los
completarán por sus sólidos resultados. ¡Las ideas viven! ¡Volverá la Bandera
de la Paz!...
Pacto Roerich y Bandera de la Paz
El Pacto Roerich y la Bandera de
la Paz fueron creados y promovidos por Nicolas Roerich, con el fin de proteger
los tesoros del genio humano, estableciendo que las instituciones educativas,
artísticas, científicas y religiosas, así como los lugares de relevancia
cultural, fueran declarados inviolables y respetados por todas las naciones,
tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz.
El 15 de Abril de 1935, el Pacto Roerich fue firmado en la Casa
Blanca, en presencia del entonces Presidente de los Estados Unidos Franklin D.
Roosevelt, por representantes de 21 gobiernos de toda América.
Una nueva visión
La contribución más importante
del Pacto Roerich fue la introducción de una nueva visión: que la conciencia de
toda la humanidad se expande con cada acto creativo del genio humano; que hay períodos
en la historia en que nuevas ideas se introducen para el beneficio de todos; y
que mientras el ser humano se encuentra más a sí mismo y a trabajadores conscientes
en el campo de la cultura, las artes, la ciencia, las religiones y los muchos e
infinitos ámbitos constructivos del mundo, se vuelve imperativo que no sólo les
prestemos atención, sino que apoyemos esos movimientos que mejoran la calidad
de vida.
El Pacto Roerich y la Bandera de
la Paz, significaron una contribución a la mejora de las condiciones mundiales,
ya que representó un sendero y un llamado a la unidad internacional y a la paz
mundial. El pacto fue firmado por todos los países de América, sin embargo,
representó un tratado abierto a la adhesión de todos los países del mundo y generó
un movimiento mundial en busca de la unidad global y rescató los valores y
logros de la creatividad humana.
Un llamado a la Unidad Mundial
La historia reciente de la
humanidad tiene un triste saldo de devastación por causa de la guerra y los
conflictos. El daño causado no afecta sólo un país, sino a la humanidad toda.
Hoy en día, por primera vez en la historia, el hombre común sabe que no puede
haber Paz si no hay Paz Mundial.
¿Cómo puede lograrse la Paz
Mundial? ¿Cual es el fundamento de la Paz Mundial? La respuesta yace en la tan
mentada y poco practicada frase ‘Conoce a tu vecino’. Esta antigua enseñanza
debe ser practicada, ahora más que nunca, para lograr la paz en el mundo por la
que tantos han dado su vida.
Aunque no es posible conocer a
cada uno de nuestros vecinos del mundo, el necesario conocimiento para lograr
el mutuo entendimiento puede asegurarse a través de la Cultura. Beneficiar el
desarrollo con el genio constructivo de los pueblos, es la base de ‘Conoce a tu
vecino’. La estima y el aprecio de la Cultura de los pueblos pueden asegurar el
mutuo entendimiento necesario para lograr la Unidad y la Paz en forma
permanente.
La Cultura no pertenece a ningún
individuo, grupo, nación o época. Su propiedad le pertenece a toda la humanidad
y a las generaciones que la heredarán. Es la creación constructiva del empeño
humano. La Cultura trasciende todos los obstáculos, prejuicios e intolerancias.
Cultura es la más elevada percepción de la Belleza y el Conocimiento. Sin
Cultura no hay Verdad, no hay Unidad, no hay Paz.
La mente creativa y quienes la
apoyan, igualmente importantes, son conscientes de la omnipresencia de la
Cultura como el único instrumento para lograr paz mundial permanente. Del mismo
modo, la Cultura debe ser aprovechada y apoyada por toda la humanidad y todas
las generaciones. La Cultura debe ser considerada sagrada e inviolable para la
mente y manos humanas. Es a la realización de esta benéfica meta que la
humanidad debe abocarse.
Nuestro pasado está repleto de
destrucciones deplorables e irreparables. No sólo en tiempos de guerra sino
también en tiempos de paz, las creaciones del genio humano han sido destruidas.
Al mismo tiempo, algunos sectores de la humanidad comprendieron que la
evolución de la humanidad no es posible sin el legado de la Cultura. Las
diversas formas de la Cultura son indecibles y arduas. Por lo tanto, uno debe
preservar los senderos que conducen a ella. Es el deber de esta generación
crear la tradición de la Cultura para la generación más joven, porque ‘donde
hay Cultura, hay Paz’.
La humanidad debe esforzarse para
alcanzar el ‘Día de la Victoria de la Cultura’. Esto ocurrirá cuando,
simultáneamente en todas las escuelas e instituciones educativas, el mundo sea
recordado de los verdaderos tesoros de la humanidad, del entusiasmo creativo
heroico, de una vida más rica y más plena. La conciencia ennoblecida,
habiéndose contactado con el Reino de la Cultura, naturalmente ingresará en el
sendero de la construcción pacífica, descartando como absurdo vergonzoso, todo
menosprecio de la dignidad humana creada por la ignorancia.
Con esta finalidad, nuestra
herencia cultural debe ser salvaguardada, por todos los medios posibles. Estos
tesoros deben ser conscientemente valorados, recordando que cada contacto con
ellos ennoblecerá el espíritu. Existe un deseo innato en todos los seres
humanos, el cual es hacer inviolables los logros culturales de la humanidad y
por consiguiente, asegurar Paz y Unidad permanentes en todo el mundo.
Profundo Significado del Pacto Roerich
Esfuerzo material y empeño
dedicados a esta realización no son nuevos. Esta causa tuvo su inicio en 1929
cuando el Pacto de Paz Roerich propuso una Bandera de Paz para la protección de
todos los tesoros de la Cultura. Un Congreso Internacional para el Pacto y la
Bandera de la Paz fue establecido entonces, con sede central en la ciudad de
Brujas, Bélgica. Este organismo difundió los ideales de ‘Paz a través de la
Cultura’ con resultados sumamente significativos, demostrando contundentemente
cuan valorados eran estos ideales para los corazones de la gente positiva de
todo el mundo.
La lista de adherentes a la
Bandera de la Paz era larga y gloriosa. La Bandera había sido ya consagrada.
Votos sagrados habían sido ofrecidos para introducir la bandera en todas
partes, proceso que iba concretándose gradualmente. El entonces Presidente de
los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, refiriéndose al Pacto Roerich dijo
en 1935: ‘Este tratado posee un significado espiritual mucho más profundo que
el texto del instrumento en sí mismo’. El Pacto Roerich para la protección de
los tesoros culturales, se necesita no sólo como una regulación oficial, sino
como una ley educativa, que desde los primeros días de escuela, impregne en la
joven generación la noble idea de salvaguardar los verdaderos valores de toda
la humanidad. El tratado condena (desaprueba) no sólo la destrucción de la
Cultura en tiempos de guerra sino también todos los actos de barbarie por los
cuales los símbolos de la cultura son puestos en peligro en tiempos de paz,
implantando sin cesar en la mente de nuestros hijos, nuestros nietos y de todos
aquellos que nos rodean, el impulso de esforzarse en la creación constructiva.
Por todo esto, el tratado inscribió una página esencial en la historia de los
logros de la Cultura.
Luego de la segunda guerra
mundial, el Pacto de Paz Roerich fue conocido como la ‘Cruz Roja de la
Cultura’. En verdad, tiene bastante similitud con la Cruz Roja, que en sus
inicios fue recibida con cierto escepticismo y actualmente es reconocida
indiscutiblemente como símbolo fundamental humanitario en defensa de la vida.
Si la humanidad reconoció finalmente a la Cruz Roja para proteger a los heridos
o enfermos en el aspecto físico, también reconocerá a la Bandera de la Paz como
el símbolo de la prosperidad pacífica y la salud del espíritu.
Todos los centros culturales del
mundo deberían proclamar incesantemente el llamado del Pacto Roerich y la
Bandera de la Paz, eliminando por tanto la misma posibilidad de la guerra.
Podrían ser creados por generaciones nuevas sublimes tradiciones de veneración
hacia los verdaderos tesoros de la cultura. Incansablemente, allí donde la
Bandera de la Paz se despliegue, el propio campo físico de acción de la guerra
será destruido.
¡El tiempo es corto! ¡Ni una hora
ni un día debe ser perdido! La herencia cultural humana debe ser declarada
inviolable. Los ideales del Pacto Roerich deben prevalecer para todos. Su texto
es un convenio cultural que representa la fuerza unificadora necesaria para un
mundo unido y en paz. Bajo el símbolo de la Bandera de la Paz, la humanidad
procederá hacia la unidad de la Suprema Cultura, en la poderosa y pacifica
unión formando así la ‘Liga Mundial de la Cultura’.
Ideales del Pacto Roerich y la Bandera de la Paz
La Bandera de la Paz, llegó a ser
bien conocida como el símbolo del Pacto Roerich. Ese gran ideal humanitario
estableció en el campo de las realizaciones culturales de la humanidad, la
misma salvaguarda que la cruz roja provee a la hora de aliviar los sufrimientos
físicos del ser humano.
Tal como lo expresa el Pacto en sus artículos I y II:
“Serán consideradas como
neutrales, y como a tales respetados y protegidos por los beligerantes, los
monumentos históricos, los museos y las instituciones dedicadas a la ciencia,
al arte, a la educación y a la conservación de los elementos de cultura. Igual
respeto y protección se acordará al personal de las instituciones arriba
mencionadas. Se acordará el mismo respeto y protección a los monumentos
históricos, museos e instituciones científicas, artísticas, educativas y
culturales, tanto en tiempo de paz como de guerra.
La neutralidad, protección y
respeto a los monumentos e instituciones se acordará en todo el territorio de
cada uno de los Estados signatarios y accedentes, sin hacer distinción en razón
de la nacionalidad a que pertenezcan. Los Gobiernos respectivos se comprometen
a dictar las medidas de legislación interna necesarias para asegurar dicha
protección y respeto.
Las instituciones y delegaciones
que se registren serán diferenciadas a través de la Bandera distintiva de ese
Pacto, lo que les otorgará especial protección y respeto por parte de los
beligerantes, los gobiernos y los pueblos de todas naciones signatarias del
tratado”.
Reseña histórica del Pacto Roerich y la Bandera de la Paz
Una reseña de la historia del
Pacto Roerich y la Bandera de la Paz, muestra los siguientes hitos
importantes:
§ Fue
concebida por el Profesor Nicolás Roerich, quien en 1904 la propone a la Sociedad de Arquitectos de Rusia. En 1914, la presenta durante la guerra al Zar
Nicolás II y al Gran Duque Nicolás. Ambos la recibieron con gran interés, pero
la propuesta fue postergada debido a la guerra.
§
En 1929,
en New York, el proyecto fue formalmente promulgado de acuerdo a los códigos de
derecho internacional, cuyo texto fue delineado por el Dr. George Chklaver,
Doctor en Derecho Internacional y Ciencias Políticas, de la Universidad de
París. En ese mismo año, se fundó en New York el ‘Comité de la Bandera de la
Paz’, cuyos principios fueron publicados por la prensa y Nicolás Roerich fue
nominado para el Premio Nobel de la Paz.
§ En
1930, se fundaron en París y Brujas
sendos ‘Comités de la Bandera de la Paz’, este último bajo el nombre de ‘Unión
Internacional por el Pacto Roerich’.
En la apertura de un nuevo Comité
por la Bandera de la Paz’ Nicolas Roerich expresó bellamente los ideales del
Pacto en las siguientes palabras:
“El mundo está esforzándose hacia
la Paz en muchas formas, y cada uno sabe en su corazón que este trabajo
constructivo es una verdadera profecía de la Nueva Era. Por supuesto que las
discusiones sobre la calidad comparativa de varios tipos de tanques o sobre lo
aconsejable de reemplazar las armas de dos naves de guerra por una nueva nave
más moderna, no contribuye armoniosamente con las ideas constructivas de la
Paz.
Tengamos la esperanza de que aún
estas discusiones son pasos preliminares hacia el mismo gran concepto de paz
que tendrá lugar gracias al amansamiento de los instintos beligerantes de las
naciones, por las grandes creaciones del espíritu.
Entre tanto, continúa siendo un
hecho que unas pocas armas pueden destruir los más grandes tesoros del arte y
de la ciencia, tan extensamente como aquellas de una flota entera. Deploramos
la pérdida de las bibliotecas de Louvain y Oviedo y la irremplazable belleza de
la Catedral de Rheims. Recordamos los bellos tesoros de colecciones privadas
que se perdieron durante las calamidades mundiales. Pero no queremos inscribir
en esos actos palabras de odio. Digamos simplemente: ‘destruidos por la
ignorancia humana, reconstruidos por la esperanza humana’.
Sin embargo, errores de una forma
u otra pueden ocurrir nuevamente, y por tanto, otros valiosos logros de la
humanidad permanecen en constante peligro de ser destruidos. Debemos tomar
precauciones y medidas en forma inmediata para prevenir tales errores de la
ignorancia. Por lo tanto, protejamos como sagrados los tesoros creativos de la
humanidad. En primer lugar, acordemos que, como la Cruz Roja, la Bandera pueda significativamente invocar la
conciencia de los hombres para proteger lo que en esencia no pertenece sólo a
una nación sino al mundo entero y constituye el verdadero motivo de orgullo de
la raza humana.”
En el otoño de 1931, se realizó
en la ciudad de Brujas, Bélgica, la primera Conferencia Internacional, que
mostró un gran interés de muchos gobiernos. En 1932, otra entusiasta
Conferencia Mundial tuvo lugar en la misma ciudad. Miles de opiniones de apoyo
llegaron de instituciones y personalidades científicas, artísticas, culturales,
educativas y religiosas de todo el mundo. En honor a la verdad, ninguno de los
grandes hombres de estado dudaron en manifestar su aprobación a la iniciativa,
inclusive las grandes autoridades militares del momento, tales como Marshal
Lyautey, el Almirante Taussig, el General Gouraud, etc. estaban de acuerdo con
el pacto. La Sra. William Sporborg, presidente de la Federación de Clubes de
Mujeres de New York, representando a medio millón de miembros expresó: “Vamos a
apoyar con todo nuestro espíritu y pondremos toda nuestra influencia a este
movimiento. Quiero que sepan que nosotras apoyamos firmemente vuestra
organización.”
El primer volumen de
declaraciones y cartas recibidas fue publicado en Paris y New York en 1931 bajo
el título ‘El Pacto Roerich y la Bandera de la Paz’. Durante el año siguiente,
se fundó en Brujas la ‘Fundación Roerich por la Paz, Arte, Ciencia y Trabajo’,
inaugurada luego de las sesiones de la ‘Segunda Conferencia Internacional’
llevada a cabo en esa ciudad. El año siguiente, 1933, se celebró la ‘Tercera
Convención del Pacto y Bandera de la Paz’, el 17 y 18 de noviembre en el ‘Hotel
Mayflower’ en Washington D.C., al que asistieron representantes de 35 países.
Esta convención firmó en forma unánime una resolución por la cual se
recomendaba a todos los gobiernos del mundo, la adopción de esta medida
humanitaria, en forma unilateral por proclamación de su poder ejecutivo o bien
mediante acuerdos bilaterales a través de tratados o acuerdos internacionales,
o por acciones multilaterales tales como conferencias internacionales.
Apenas un mes más tarde, la
‘Séptima Conferencia de la Unión Panamericana’ en Montevideo, Uruguay declaró
en forma unánime la resolución de aceptar la iniciativa, urgiendo a los
participantes – los 21 gobiernos de las Américas del Norte, Centro y Sur - a
firmar el Pacto y por lo tanto, aplicar estos grandes principios de vida. La
Convención de Washington por el Pacto Roerich y la Bandera de la Paz, también
designó un Comité para la Promoción de la Adopción del Pacto Roerich y la
Bandera de la Paz. Este organismo negoció con todos los gobiernos,
organizaciones e individuos interesados en promover la adopción del pacto y
recibía sus expresiones formales de adhesión. Las conclusiones de la convención
de Washington han sido publicadas en New York.
El Comité por el Pacto, fue
inaugurado en París. La ‘Unión Internacional por el Pacto Roerich’ en Brujas
eligió a Camille Tulpinck como su presidente y al Profesor M. Adatci, ex
presidente de la Corte Internacional de La Haya, como su protector.
El año 1934 vio el
establecimiento del Comité por el Pacto y Bandera de la Paz en Harbin,
Manchuria. Un comité similar fue inaugurado en Bruselas teniendo a M.E. de
Munck como presidente y al abogado M. Hendricks, como Secretario General. También
se unieron al comité, por invitación del Conde C. De Wiatt, ministro, los
gobernadores de Luxemburgo y Flanders Occidental, un miembro de la cámara de
diputados, y un miembro de la corte de cancelación. Varios países de Europa
informaron al comité de París que sus respectivos gobiernos tenían el pacto en
consideración. Este comité también escribió al Consejo Supremo de Rusia
solicitando al cuerpo legislativo la consideración de la adopción del pacto.
En cuanto a Estados Unidos de
América, el presidente Franklin D. Roosevelt, el 11 de agosto de 1934 oficialmente
otorgó poderes plenipotenciarios al Secretario de Agricultura Henry A. Wallace,
para firmar un tratado inter-americano sobre el Pacto Roerich. En el Día
Panamericano, al mediodía del 15 de
Abril de 1935, en la oficina del Presidente Roosevelt en la casa Blanca,
los representantes oficiales de Estados Unidos y de los 20 países Latino
Americanos, miembros de la Unión Pan-Americana: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba,
República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay, Perú y Venezuela; firmaron el tratado del
Pacto Roerich.
La prensa americana le otorgó
gran importancia a la firma de este tratado de unidad y entendimiento cultural,
que no sólo había unido a toda América del Norte y del Sur, sino que se
esperaba uniera también a todas las naciones del mundo. Todos los periódicos
líderes publicaron notas sobre el evento, con algunos pasajes de los discursos
del Presidente y de los representantes y diplomáticos de los gobiernos
extranjeros. Periódicos de todo el mundo publicaron informaciones sobre este
hecho histórico.
La firma de este tratado fue una
ocasión solemne. El Presidente había invitado a su oficina, además de los
representantes de los 20 países de América, al Secretario de Estado, Cordell
Hull, al Secretario de Agricultura, Henry A. Wallace; a los Directores de la
Unión Pan-Americana, Dr. L.S. Rowe y el Dr. E. Gil Borges y a los directivos
del Museo Roerich, miembros del Comité por el Pacto Roerich.
Al finalizar la firma del
tratado, el presidente Franklin D. Roosvelt, difundió el siguiente mensaje para
difusión internacional:
“Es altamente apropiado que en
este día, designado como el Día Panamericano por los Jefes de Estado de todas
las repúblicas del continente americano, los Gobiernos, miembros de la Unión
Pan-Americana, firmen un tratado que marca un paso de avanzada en la
preservación de los logros culturales de las naciones de este hemisferio.
Invitamos a las naciones del
mundo a adherir a este Pacto, y haciéndolo estamos intentando que sean de
aplicación universal uno de los principios más vitales para la preservación de
la civilización moderna. Este tratado posee una significación espiritual mucho
más profunda que el texto en sí mismo...”.
El Secretario de Agricultura,
Henry A. Wallace, hizo la siguiente declaración a la prensa, quien luego de
revisar la historia del pacto concluyó:
“No ha habido un tiempo en que un
ideal haya sido más necesario. Mientras las naciones están tratando de solucionar
sus problemas económicos y nacionales individuales, es también necesario que
ellos reconozcan sus responsabilidades como parte de una comunidad de naciones.
Creo que ha llegado el tiempo de que los idealistas, que crean la realidad del
mañana, adhieran a este símbolo de unidad cultural internacional. Es hora de
que apelemos a la apreciación de la belleza, la ciencia y la educación, ya que
ellas están más allá de todos los límites nacionales para fortalecer todo
aquello que apreciamos en nuestros gobiernos y costumbres particulares.
Es por esta razón que considero
un paso tan importante a la ratificación del Pacto Roerich. Su aceptación
significa el acercamiento de un tiempo en el que, aquellos que verdaderamente
aman a su nación, apreciarán adicionalmente la contribución única de otras
naciones y también reverenciarán a esa aventura espiritual en común, que une en
una hermandad a todos los artistas, científicos, educadores y a la verdadera
religión –de cualquier fe-. Creo que el Pacto Roerich está en conformidad con
las leyes más profundas y sagradas del universo, y que se ha vuelto una
realidad internacional en un momento especialmente propicio”.
En diversas partes del mundo,
personalidades de la Cultura, las Ciencias, las Artes, la Política, los
Gobiernos y otras Instituciones, expresaron su apoyo a los principios
inherentes al Pacto y la Bandera de la Paz. Entre ellos, el representante de la
entonces ‘Liga de Naciones’ precursora de las Naciones Unidas, expresó: “En la
realización de este glorioso ideal, es necesario contar con la cooperación de
la inteligencia del mundo, para organizar una fuerte opinión pública a favor de
la preservación de los tesoros artísticos y culturales de cada país, para que
la humanidad pueda tener un registro continuo de sus logros. Para este fin, es
deseable que todos los gobiernos del mundo ratifiquen el Pacto Roerich,
garantizando esta preservación, y tratando a estos tesoros como la herencia no
de una nación en particular, sino de toda la humanidad, y como tal, estar
protegida de los destrozos de la guerra”.
En 1937, el Congreso de las
Sociedades Bálticas Roerich, reunida en Riga, Latvia, instituyó la creación de
Comités por la Bandera de la Paz en todos los estados bálticos.
Las nubes de la guerra comenzaron
a oscurecer el horizonte. La segunda guerra mundial estaba cerca. En una carta
al Prof. Roerich, Rabindranath Tagore escribió:
‘He seguido con entusiasmo su
gran trabajo humanitario por el bien de las naciones, de lo cual su Pacto de
Paz con una especial Bandera para la protección de los tesoros culturales es un
símbolo singularmente efectivo. El problema de la paz es hoy la más seria
preocupación. Las desagradables manifestaciones de desnudo militarismo en todas
partes presagian un oscuro futuro. No podemos más que tener la esperanza de que
el mundo pueda emerger más claro de este baño de sangre. No podemos abandonar
nuestros esfuerzos, porque eso, sólo aceleraría el fin”.
Durante los años de pre-guerra,
preocupados amigos del pacto, continuaron sus esfuerzos. Repetidamente hasta el
estallido de la guerra, muchos periódicos y revistas llevaron el mensaje del
Prof. Roerich, con su llamamiento a la humanidad para que impidiera la
destrucción. El segundo día de la segunda guerra mundial, la prensa publicó su
mensaje:
"A TODOS LOS DEFENSORES DE
LOS TESOROS CULTURALES":
El estruendo de la guerra en
Europa nuevamente demanda que se preste activa atención a la defensa de los
tesoros culturales. Un pacto con este fin está en consideración de muchos de
los gobiernos europeos y ya ha sido firmado por representantes de veintiún
gobiernos de las Américas. Sin duda, en tanto ya han comenzado las operaciones
militares, es difícil esperar que algún acuerdo pudiera tener lugar durante la
guerra actual. Sin embargo, las actividades de nuestros comités deberían ser
fructíferas en todo tiempo.
Recordando la posición en que la
protección de los tesoros culturales estaba a principios de 1914, debemos decir
que esta importante cuestión ha sido definitivamente más atendida por los
gobiernos y las instituciones públicas. Sin duda, las actividades de nuestros
comités han tenido una influencia positiva sobre la opinión pública y han
contribuido a esa mayor atención. Además el gobierno estipula que la opinión
pública es la primera defensora de los tesoros nacionales, que tienen un valor
universal.
Durante la última guerra mundial,
dedicamos nuestros mayores esfuerzos a llamar la atención de que es criminal
destruir los monumentos históricos, científicos y artísticos. Entonces, durante
recientes enfrentamientos, por ejemplo en España y China, sucedió que nuestro
Pacto fue mencionado y aplicado en algunos casos. También nuestros comités y
grupos de amigos, a quienes la preservación de los tesoros del mundo es
importante, deberían inmediatamente llamar la atención del público hacia la
importancia y urgencia de proteger la creación del genio humano.
Cada uno tiene ciertas
oportunidades de diseminar esta idea inherente a la condición humana. Cada uno
que tenga conexiones con la prensa, o quien sea miembro de alguna organización
cultural, debería considerar como un deber el decir, cada vez que pueda, unas
buenas e impresionantes palabras sobre la defensa de aquello sobre lo que está
basada la evolución humana.
El 26 de marzo de este año,
nuestro comité llevó a cabo una serie de pasos implorando a los gobiernos
europeos a considerar sin demora la necesidad de defender los tesoros
culturales. Vemos ahora que esos llamamientos fueron bien oportunos. Que cada
trabajador cultural recuerde todas sus conexiones y posibilidades con el fin de
fortalecer por todos los medios la opinión pública, la cual es ante todo,
guardián de los tesoros del mundo. Amigos, actúen con urgencia.
BANDERA DE LA PAZ
El diseño de la Bandera de la Paz
muestra tres esferas rodeadas por un círculo, en color magenta sobre un fondo
blanco. Este símbolo representa un profundo entendimiento de la naturaleza
‘trina’ de la existencia; y para los propósitos de la Bandera de la Paz,
Roerich describió los tres puntos como los el círculo como la totalidad de la
cultura, conteniendo los tres puntos representando la Religión, el Arte y la
Ciencia, como aspectos de la Cultura. También lo describió como las
realizaciones de la humanidad en el Pasado, Presente y Futuro, dentro del
círculo de la Eternidad. Ambas interpretaciones representan una síntesis de la
vida, que es un verdadero y justo principio rector.
El símbolo Arcano ha sido
utilizado en una variedad de sistemas filosóficos y religiosos, y existido
desde tiempos inmemoriales, encontrándose alrededor del mundo. El ejemplo más
antiguo conocido, aparece en el período paleolítico, en unas piedras en
Mongolia hace más de 9000 años. En más antiguo de los símbolos indios:
'Chintamani', el signo de la felicidad, se compone de este símbolo. Uno puede
también encontrarlo en el Templo del Cielo en Pekín; en los Tres Tesoros del
Tibet; sobre el peto del Cristo en la famosa pintura de Memling; en la Virgen
de Estrasburgo; sobre los escudos de los Cruzados; y sobre el escudo de armas
de los templarios. Puede apreciarse en las hojas de las famosas espadas
caucáseas conocidas como «Gurda».
Es llamativo ver el símbolo sobre
los estandartes budistas y puede apreciarse en las obras de los antiguos
pintores españoles y de Ticiano; en íconos antiguos; en numerosas catedrales e
iglesias europeas; en antigüedades etíopes y cópticas, en aros tibetanos, en
todos los países de los Himalayas y en las cerámicas del período neolítico.
Puede encontrarse en las imágenes de Gessar Khan y Rigden Jyepo; en el «Tamga»
de Tamerlan y en el escudo de armas de los Papas. Se puede apreciar en el ícono
antiguo de San Nicolás en Bari y en el de San Sergio y de la Sagrada Trinidad.
Puede encontrarse en el escudo de armas de la ciudad de Samarkand, en las
montañas de Mongolia, sobre los ornamentos de los petos de Lahul, Ladak. El
mismo signo esta estampado también en los corceles mongoleses.
Nada, entonces, podría ser más
apropiado para unir a todas las razas que este símbolo, el cual no es un mero
adorno sino un signo que lleva en sí un gran significado. Según lo expresado,
ha existido por periodos de tiempo indeterminados y se puede encontrar a lo
largo de todo el mundo. Nadie por tanto, puede pretender que pertenece a
ninguna tradición, religión o cultura en particular: representa la evolución de
la conciencia en todas sus facetas variadas.
Por la universalidad y antigüedad
que presenta este símbolo, N. Roerich pensó que no habría uno más apropiado
para la Bandera de la Paz, ya que une a todas las culturas y a todos los
pueblos del mundo. Cuando se trata de defender los tesoros del mundo, no se
podría escoger un mejor símbolo, puesto que es universal, de una antigüedad
indescifrable, y carga con un significado que puede encontrar eco en todo
corazón humano.
Si bien la Bandera de la Paz fue
creada por el artista Nicolás Roerich en la década de 1920, fue introducida
oficialmente a través del Pacto Roerich, firmado en 1935 por veintiún países de
América, con el fin de proteger y respetar los monumentos, tesoros y espacios
artísticos y culturales tanto en tiempo de guerra como de paz.
En el presente, y luego de la
segunda guerra mundial, su significado cobra otro valor, preservando el Derecho
Universal de elección de los Pueblos de la Tierra a vivir en Paz, y los valores
humanos que ayudaran a conservar la vida misma de nuestro Planeta.
PACTO ROERICH
Las Altas Partes Contratantes,
animadas por el propósito de dar expresión convencional a los postulados de la
Resolución aprobada el 16 de diciembre de 1933, por la totalidad de los Estados
representados en la Séptima Conferencia Internacional Americana, celebrada en
Montevideo, que recomendó "a los Gobiernos de América que no lo hubieren
hecho, la suscripción del 'Pacto Roerich', iniciado por el Museo de Roerich de
los Estados Unidos, y que tiene por objeto la adopción universal de una
bandera, ya creada y difundida, para preservar con ella, en cualquier época de
peligro, todos los monumentos inmuebles de propiedad nacional o particular que
forman el tesoro cultural de los pueblos", y con el fin de que los tesoros
de la cultura sean respetados y protegidos en tiempo de guerra y de paz, han
resuelto celebrar un tratado, y a este efecto han convenido en los siguientes
artículos:
ARTÍCULO I
Serán consideradas como
neutrales, y como a tales respetados y protegidos por los beligerantes, los
monumentos históricos, los museos y las instituciones dedicadas a la ciencia,
al arte, a la educación y a la conservación de los elementos de cultura.
Igual respeto y protección se
acordará al personal de las instituciones arriba mencionadas. Se acordará el
mismo respeto y protección a los monumentos históricos, museos e instituciones
científicas, artísticas, educativas y culturales, así en tiempo de paz como de
guerra.
ARTÍCULO II
La neutralidad, protección y
respeto a los monumentos e instituciones mencionados en el artículo anterior,
se acordará en todo el territorio de cada uno de los Estados signatarios y
accedentes, sin hacer distinción en razón de la nacionalidad a que pertenezcan.
Los Gobiernos respectivos se comprometen a dictar las medidas de legislación
interna necesarias para asegurar dicha protección y respeto.
ARTÍCULO III
Con el fin de identificar los
monumentos e instituciones a que se refiere el artículo I, se podrá usar una
bandera distintiva (círculo rojo, con una triple esfera roja dentro del
círculo, sobre un fondo blanco) conforme al modelo anexo a este tratado.
ARTÍCULO IV
Los Gobiernos signatarios y los
que accedan al presente convenio, comunicarán a la Unión Panamericana, en el
acto de la firma o de la accesión, o en cualquier momento después de dicho
acto, una lista de los monumentos o instituciones que deseen someter a la
protección acordada por este tratado. La Unión americana, al notificar a los
Gobiernos los actos de la firma o de la accesión, comunicará también la lista
de los monumentos e instituciones mencionada en este artículo, e informará a
los demás Gobiernos de cualquier cambio que ulteriormente se haga en dicha
lista.
ARTÍCULO V
Los monumentos e instituciones a
que se refiere el artículo I cesarán en el goce de los privilegios que les
reconoce el presente convenio, cuando sean usados para fines militares.
ARTÍCULO VI
Los Estados que no suscriban este
tratado en su fecha, podrán firmarlo o acceder a él en cualquier tiempo.
ARTÍCULO VII
Los instrumentos de accesión, así
como los de ratificación y denuncia del presente Convenio, se depositarán en la
Unión Panamericana, la cual comunicará el hecho del depósito a los Estados
signatarios o accedentes.
ARTÍCULO VIII
Cualquiera de los Estados que
suscriban el presente convenio o que accedan a él podrá denunciarlo en
cualquier tiempo, y la denuncia tendrá efecto tres meses después de su
notificación a los otros signatarios o accedentes.
EN FE DE LO CUAL, los
infrascritos Plenipotenciarios, después de haber depositado sus plenos Poderes,
que se han encontrado en buena y debida forma, firman y sellan este tratado en
nombre de sus respectivos gobiernos, en las fechas indicadas junto a sus
firmas.
Por la República Argentina: 15
de abril, 1935 FELIPE A. ESPIL
Por Bolivia: 15 de abril, 1935 ENRIQUE FINOT
Por Brasil: 15 de abril, 1935 OSWALDO ARANHA
Por Chile: 15 de abril, 1935 M. TRUCCO
Por Colombia: 15 de abril, 1935 M. LOPEZ PUMAREJO
Por Costa Rica: 15 de abril, 1935 MAN. GONZALEZ Z.
Por Cuba: 15 de abril, 1935 GUILLERMO
PATTERSON
Por la República Dominicana: 15 de abril, 1935 RAF. BRACHE
Por Ecuador: 15 de abril, 1935 C. E. ALFARO
Por El Salvador: 15 de abril, 1935 HECTOR DAVID CASTRO
Por Guatemala: 15 de abril, 1935 ADRIAN RECINOS
Por Haití: 15 de abril, 1935 A. BLANCHET
Por Honduras: 15 de abril, 1935 M. PAZ BARAONA
Por México: 15 de abril, 1935 F. CASTILLO NAJERA
Por Nicaragua: 15 de abril, 1935 HENRI DE BAYLE
Por Panamá: 15 de abril, 1935 R. J. ALFARO
Por Paraguay: 15 de abril, 1935 ENRIQUE BORDENAVE
Por Perú: 15 de abril, 1935 M.
DE FREYRE Y S.
Por Estados Unidos de América: 15 de abril, 1935 HENRY A. WALLACE
Por Uruguay: 15 de abril, 1935 J. RICHLING
Por Venezuela: 15 de abril, 1935 PEDRO M. ARCAYA
Certifico que el documento
preinserto es copia fiel del original con las firmas hasta esta fecha, del
Tratado sobre Protección de Instituciones Artísticas y Científicas y Monumentos
Históricos (Pacto Roerich), depositado en la Unión Panamericana y abierto a la
firma o accesión de todos los Estados.
Washington, D.C., 16 de abril de
1935.
E. Gil -Borges
Secretario del Consejo Directivo
de la Unión Panamericana
*Todos los países de América
firmaron el pacto Roerich. Sólo Canadá, que por entonces aún no era un país
independiente, no figura en la lista de países signatarios.
Texto traducido por Nancy Ducuing
- Presidente Fundación P.E.A.
DOCUMENTOS ORIGINALES DE LA
CANCILLERÍA ARGENTINA
*Nikolái Konstantínovich Roerich
nació en San Petersburgo el 9 de octubre de 1874 y falleció en Kulu, Himachal
Pradesh, India el 13 de diciembre de 1947, Fue un artista ruso, filósofo,
escritor, arqueólogo, viajero y persona pública. Pintó más de 7000 lienzos
(muchos de los cuales se encuentran en galerías famosas por todo el mundo) y
escribió más de 30 obras literarias. Fue el inspirador del acuerdo
internacional sobre la protección de las instituciones artísticas, científicas
y los monumentos históricos (el llamado «Pacto Roerich»), y el fundador del
movimiento internacional de protección de la cultura y creador de la Bandera de
la Paz.
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